viernes, 16 de enero de 2015

EL PEDESTAL SIN ESTATUA


En 1927 se completó el diseño del parque de San Julián (entonces de Canalejas) en el centro de Cuenca, el primer jardín con que contaba la ciudad, y en cuya preparación arbórea se habían invertido los diez años anteriores. Ahora, en ese momento, la dotación se completaba con la colocación de un bonito kiosko para la música en el centro y de tres esculturas, encargadas todas al gran maestro de la época, Luis Marco Pérez. Una tras otra, fueron situadas la dedicada a Lucas Aguirre, la de Gregoria de la Cuba y la de El Hombre de la Sierra, réplica de la que había obtenido la medalla de oro en la exposición nacional de Bellas Artes del año anterior. Ha pasado pues, casi un siglo y la escultura ha resistido calores y tempestades, épocas de penurias, de crisis y de guerras civiles, ha sentido sobre su piel la caída de las hojas de otoño, la caricia del frescor primaveral, los cálidos rayos del sol veraniego, el azote de la fría nieve. Varias generaciones de conquenses se acostumbraron a sentir la presencia de esa estatua mientras los niños jugaban con la arena del parque o dejaban pasar entre los árboles las notas musicales de los conciertos de la Banda. La escultura estaba ahí, cumpliendo su papel ornamental, silenciosa, tímida, sin protestar ni quejarse por los atentados de los vándalos que de vez en cuando sentían el deseo de pintarrajearla. A nadie molestaba. Hasta que alguien, llevado por impulsos que merecerían una severa censura ciudadana, ha cometido la felonía de llevarse la escultura para depositarla en el Museo de la Semana Santa, dejando el pedestal vacío, desnudo, incumpliendo la misión para la que fue fabricado y, lo que es peor, traicionando la voluntad del artista, Marco Pérez, que diseñó esta figura para estar al aire libre, no en un museo. Ese era su destino, su utilidad: embellecer el parque de San Julián. Marco Pérez se merece todos los honores en los museos, pero no se merece el desaire, a título póstumo, de retirar injustificadamente su obra de donde él quiso que estuviera, el parque de San Julián.


No hay comentarios:

Publicar un comentario