Fernando Buenache es un personaje singular, mezcla de
artista y tabernero, que ha situado su feudo operativo en el pueblo al que
pertenece y donde vive y que, para mayor inmersión total, encima lleva su
propio nombre, Buenache de la Sierra, uno de los lugares más auténticos de la
Serranía de Cuenca, de los pocos que aún conservan algo del sabor peculiar, en
costumbres y en disposición urbanística, resistiendo en ese carácter a pesar de
la ofensiva que ha llevado a la mayor parte de nuestros pueblos a una total
desnaturalización ambiental y afectiva. Pero ese es otro tema. El de hoy se
refiere a Fernando Buenache, dedicado desde hace muchísimos años a involucrar
los elementos de la naturaleza, piedras y árboles, en la decoración monumental
de su pueblo. Con constancia personal y un considerable estímulo imaginativo,
ha ido regando los alrededores con enormes piezas vegetales y pétreas recogidas
aquí y allá, de esas que para la mayoría de los mortales no tienen ningún valor
pero en las que él ha sabido ver, intuir o apreciar, formas reales unas,
fantásticas otras, sorprendentes todas y bellísimas la mayoría. Pasear por
Buenache de la Sierra se convierte así en un recorrido admirable, creativo,
plagado de insinuaciones y también de bastante diversión, porque hay mucho de
divertido en este bosque de ensueños recreado a partir de unas miradas que
saben ver más allá de la simple apariencia, para penetrar en el significado
profundo de la belleza (En la foto, una divertida versión de la figura de Don Quijote).
Ahora,
Fernando Buenache se ha dedicado a recoger troncos de árboles que pudieron
sobrevivir al incendio que en 2009 arrasó 300 hectáreas de
monte en el término de Buenache de la Sierra. Husmeando, rebuscando, observando
aquí y allá, Fernando ha ido encontrando troncos cuyas caprichosas formas, casi
siempre retorcidas, parecen recrear animales de periodos prehistóricos que en
tan remotos tiempos poblaron de manera natural estas comarcas de la Serranía de
Cuenca. Con Troncosaurios, el
artista recrea un mundo fantástico, una nuevo museo de animales prehistóricos
al aire libre, en el que la imaginación puede campar libremente, dejándose
llevar por la admiración, el miedo o la sorpresa, según el ánimo de cada cual.
Según dice él mismo, ha localizado ya la friolera de 1.500 ejemplares, que ha
ido distribuyendo por el paraje y que, en la práctica, viene a complementar el
itinerario trazado por la Diputación (La ruta de los dinosaurios) que tiene su
inicio precisamente en Buenache de la Sierra para continuar luego hacia
Fuentes, Cañada del Hoyo y La Cierva. Pero no queda ahí el propósito. Según
cuenta el artista de la piedra y la madera,
la intención es desarrollar un proyecto más ambicioso, que impulsa la
asociación cultural “Buenache vivo”, con la pretensión de implantar un centro
de interpretación que incluiría un pequeño museo de paleontología y otro de
etnología, para completar el paseo con los troncosaurios, convencido el artista
de la necesidad de poner en valor los recursos naturales y patrimoniales como
factor importante en el objetivo principal, que es mantener la actividad
económica en el medio rural.
De todo
ello hay un resumen muy expresivo en el mesón Las Pedrizas, en un agradable
rincón del pueblo, en el que Fernando Buenache demuestra otras habilidades, la
de la buena cocina serrana, nada experimental, sin alardes minimalistas, sino
todo lo contrario, encargada de satisfacer un gusto amable y considerado hacia
ese otro placer, tan necesario: el de la buena comida.
No puedo creer lo que han visto mis ojos. Algo maravilloso, increíble, fascinante, y si encima pruebas el morteruelo, los zarajos, el membrillo con queso.... gracias Fernando
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