El
Ayuntamiento de Cuenca, en plan severo, amenaza a los propietarios del edificio
situado en Carretería esquina a Sánchez Vera, recordado popularmente porque en
su planta baja estuvo la joyería y relojería Monjas, con actuar derribando el
inmueble si ellos no toman la decisión de actuar de una vez para repararlo, a
la vista del progresivo estado de ruina que amenaza con provocar un desastre
cualquier día de estos.
En
eso lleva razón el ente municipal, porque no es razonable que en el punto más céntrico
de la ciudad se esté larvando una evidente amenaza, mientras a sus pies los
ciudadanos pasean tranquilamente como si no pasara nada. Y como si en este país
no estuvieran ocurriendo las cosas que todos conocemos, porque cuando menos de
lo piensa uno te viene encima una cornisa, un árbol o una casa entera.
Siendo
todo eso cierto, quizá es más preocupante que el señor Ayuntamiento no haya
algo que una voz tímida ha insinuado: aportar, antes, hace tiempo, algún
remedio efectivo para conservar ese edificio porque, como sabemos todos,
Cuenca, y especialmente Carretería, han ido perdido de manera progresiva toda
la arquitectura levantada en el tramo final del siglo XIX y principios del XX,
hasta el punto de quedar en pie escasísimos ejemplos. Uno de ellos,
precisamente, este, que fue un inmueble vistoso, con méritos suficientes para
seguir existiendo, con capacidad representativa y visual de aquella ciudad que
se ha ido perdiendo en aras de la especulación y la modernidad avasalladora.
No
se si aún es tiempo y quizá lo será si en vez de alguna tímida voz (como ésta
que suscribe) hubiera otras muchas y más representativas que se alzaran con
poderío para lamentar esta nueva pérdida que amenaza a nuestro patrimonio más
sensible.
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