Ironías
del destino: casi medio siglo buscando fórmulas para eliminar el Ejército, para
suprimir el servicio militar obligatorio, para reducir el número de cuarteles,
generales y coroneles, para dejar sin contenido ni objetivos a las Fuerzas
Armadas, transformándolas en una ONG encargada de ayudar a docenas de países en
apuros mientras en el interior del país los soldados se transforman en un
cuerpo altamente especializado que lo mismo apaga un incendio forestal que
interviene en inundaciones o, como ahora, se dedica a liberar a varios miles de
personas atrapadas por la nieve en unas autopistas que el Estado ha puesto en
manos de empresas privadas para que ganen dinero mientras suben los premios de
los peajes y despiden a docenas de trabajadores, los que deberían haber estado
trabajando para prevenir los problemas del desastre. Pero está por ahí la
Unidad Militar de Emergencia, la UME, que se ha hecho ya más famosa que Ronaldo o Messi, en funciones
de Protección Civil cívica y ciudadana pero desaparecida, la misma UME que el
Partido Popular denigró en su creación, allá por el año 2007, cuando la inventó
el gobierno de Rodríguez Zapatero y ellos, los otros, dijeron que no hacía
falta semejante dispendio. No soy militarista, no tengo ninguna afición por la
estructura militar. Sólo digo que esto es una ironía. Queríamos librarnos del
Ejército y resulta que, a la hora de la verdad, el Ejército es necesario y no
se si imprescindible.
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