Con
severa y encomiable puntualidad llega cada mes de diciembre a las manos de
quienes gustan de este tipo de publicaciones una revista nacida en las altas
cumbres de la Serranía de Cuenca y que responde al sonoro título de Mansiegona. Resulta casi conmovedor que
en estos tiempos acongojados por la pasión de todo lo que circula a través de
la red (incluidas estas notas personales) aún haya románticos apegados al papel
en los que transmitir ideas, noticias, informes o comentarios. Y es que,
verdaderamente, aunque la realidad es tozuda y todos sabemos por dónde van los
tiros y el futuro, nada hay más satisfactorio y estimulante que el papel
impreso.
Este
es el número 12 de la revista, que nace bajo los auspicios de la Asociación
Cultural del mismo título, con sede en Masegosa, bajo la coordinación de Jorge
Garrosa Mayordomo como responsable de recoger y ordenar los trabajos. Una
poesía de Luis Auñón Muelas abre el número que, tras este arranque literario, se
introduce en los angostos senderos de la investigación, con propuestas de muy
variado contenido, entre las que me ha llamado la atención un esbozo, breve,
pero sustancioso, del proceso por el que Cuenca pasó de Intendencia a
Provincia, entre los siglos XVIII y XIX; un artículo biográfico sobre el obispo
Miguel Muñoz, natural de Poyatos; un curioso informe sobre los pantanos que
nunca se hicieron, de los que hay varios ejemplos; otro sobre una de las
aventuras del maquis por aquellos parajes serranos, en concreto un incidente en
el que quemaron un autobús de La Camphichuelense; un amplio dossier sobre la
guerra de la Independencia en la Serranía de Cuenca; y un curioso trabajo
naturalista sobre las mariposas diurnas de aquellos parajes, junto con varios
relatos que nos ayudan a recrear tiempos, costumbres y situaciones, incluyendo
el famoso viaje de Amalia de Sajonia al Solán de Cabras.
Verdaderamente
interesante esta publicación, una de las pocas que aún sobrevive en el mundo de
la letra impresa, para regocijo de los amigos de tales aventuras culturales,
entre los que anoto mi nombre.
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