Antonio Muñoz Molina hace en Babelia
una brillante exégesis de la obra de Julio Verne en general y en especial de Veinte mil leguas de viaje submarino, en
la que ha reencontrado, al cabo de tantos años, “la emoción que me había deparado cuando la descubrí” en una
temprana edad adolescente y hace un alegato en favor de la relectura de libros
considerados de interés juvenil, cuando en realidad, explica (y no le falta
razón) al volver a encontrarlos en edad adulta, la experiencia y el
conocimiento permiten hallar en ellos una cantidad de sensaciones y sugerencias
que pasaban desapercibidas precisamente cuando lo contrario (la inexperiencia)
acompañada de una lectura rápida en busca de emociones hacía pasar de largo por
el riquísimo caudal literario encerrado en una obra que no es nada insustancial
y menos aún superficial. El capitán Nemo es el personaje más vigoroso a la vez
que misterioso (casi nada se sabe de él) que ofrece la literatura narrativa del
siglo XIX. Y que encontró en James Mason el adecuado alter ego capaz de llevar
al cine la compleja personalidad del piloto submarino en un memorable film
firmado por Richard Fleischer en 1954, justo contrapunto del alocado Kirk
Douglas, que acaba de cumplir 99 años, resistiendo a uno de los infinitos y
míseros infundios que se generan y multiplican en la red, dando por muerto a
quien todavía sigue vivo. La defensa que Muñoz Molina hace, sólidamente
razonada, de la conveniencia de leer en la edad adulta libros que recibieron en
su momento el sello de ser juveniles debería ser aplicada por quienes perdemos
tantísimas horas enfrascados en embeber las últimas novedades para llegar al
final de las páginas cerrando la última con desconcierto cuando no frustración.
Seguiré su consejo y en los próximos días volveré a leer quien sabe si Veinte mil leguas de viaje submarino o La vuelta al mundo en 80 días o Viaje al centro de la tierra, o
cualquiera otra de las maravillas que imaginó su mente poderosa y, en contra de
lo que sea cree, nada fantástica, sino muy apegada a la realidad y al
conocimiento del mundo y la condición humana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario