Vuelve
a Cuenca la tabla de salvación que la poesía ofrece a los náufragos que navegan
perdidos por este mundo de contradicciones y desconciertos. Los animosos
promotores de este invento retoman el navío por quinto año consecutivo, y
contando con el paraguas protector de la Real Academia Conquense de Artes y
Letras, en cuya sede del barrio de San Antón, en la última planta de las antiguas
escuelas, nos citan por los primeros días del otoñal y generalmente tristón
noviembre, convencidos de que, envueltos entre palabras poéticas, encontraremos
los estímulos necesarios para continuar sobreviviendo en este mar proceloso (tan
emocionante) que es la vida.
El
día 4, a
las cinco y media de la tarde, se abrirán las sesiones con una conferencia de
Francisco Mora y, a continuación, en el resto de la jornada, habrá dos lecturas
poéticas. En la primera intervendrán
Antonio Santos, Berta Piñón, Antonio Puente, Enrique Trogal y Ana Lamela. En la
segunda, Tomás Rivero, Margarita Mayordomo, Francisco Benedicto, Paloma
Corrales y Chelo Candel.
Luego,
como no solo de versos viven los seres humanos, habrá una cena fría en el
Rothus y a su término, en el mismo sitio, los asistentes y curiosos podrán
asistir a una creación sonora de Teo Serna (que, por cierto, estos días tiene
montada una más que interesante exposición en la Fundación Antonio Pérez).
La
mañana del sábado, día 5, comenzará con la presentación de dos libros, Tierra profana, de la portuguesa Carina
Valente (editado por Olcades) cuya introducción estará a cargo de Miguel Ángel
Curiel y El verano de los cazadores de
luces, de Paco Moral, haciendo la presentación Rafael Escobar. Por la
tarde, a partir de las cinco, habrá una lectura poética con la presencia y las
voces de Javier Gil, Manolo Marcos, Agustín Calvo Galán y Cecilia Quilez para
luego hacer un intermedio en el que se proyectará el poema visual La memoria salina, seguida de otra
lectura, en este caso de Juana Castro, que será presentada por José Ángel García,
para concluir la fiesta con la voz poderosa de Antonio Carvajal que ofrecerá
otra lectura de sus poemas, con introducción de Ángel Luis Luján.
Los
impulsores de este invento no ocultan de manera alguna su decidida vocación
hacia la figura y la obra de Diego Jesús Jiménez, cuyo Itinerario para náufragos marcó, ya en el tramo final del siglo XX, un
sendero luminoso para la poesía española, con la que ganó en 1997 el premio
nacional de Literatura por segunda vez, cosa que hasta entonces no había
sucedido con ningún escritor y que, justamente, se le concedió en el mes de
octubre de aquel año. El concepto no es exclusivo de Cuenca: en las lejanas y
melancólicas tierras gallegas, otros seres en busca de amparo han encontrado
también refugio en los bálsamos poéticos y así, desde hace un par de años,
vienen celebrando también un encuentro al que han titulado Poemas para náufragos y viajeros.
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