No
se cuánta gente ha ido a ver la exposición montada en el vestíbulo de la
Facultad de Periodismo en Cuenca. En realidad, lo que quiero decir es que no se
si a muchos conquenses, incluso de los que dicen estar preocupados o
interesados por conocer las cosas de su ciudad, se les ha ocurrido dar un paseo
por aquél lugar, aparentemente alejado, aunque incluso se puede utilizar como
pretexto una visita a los centros comerciales para, de paso, dar una vuelta por
la exposición. Convendría hacerlo.
Se
titula Álbum de la memoria, y recoge
medio centenar de fotografía realizadas por José Luis Pinós en los años
confusos, desconcertantes, pero maravillosos, de la transición. Maravillosos
digo, aunque una persona moderna, progresista y al cabo de la calle debería denostarlos,
como requieren las modas de estos tiempos. Pues ya ven: digo lo contrario y me
reafirmo en lo anterior.
Las
fotos fueron publicadas en su momento en Diario
de Cuenca pero Pinós ha conservado los negativos y de ellos, de varias
cajas, otro fotógrafo más joven y que no estuvo en aquellas circunstancias,
Santiago Torralba, ha realizado una selección, positivándolas de nuevo a tamaño
ligeramente ampliado para verlas bien y así, entre uno y otro, tenemos a la
vista este apretado compendio de un tiempo para muchos envuelto ya en las
nebulosas de la memoria y para otros no solamente totalmente desconocido sino
que incluso desean protegerse por una coraza impenetrable para no saber nada de
ellos.
Aquí
están las imágenes de Cuenca hace cuarenta años, los campos, los pueblos, las
gentes y sus miradas, los políticos y sus falsas sonrisas (en eso no ha habido
cambio), las calles, edificios que ya no existen, niños que han crecido,
camisas azules, muchas camisas azules, la autoridad competente, los deportistas,
entierros, desfiles marciales… o sea, todo lo que fue y estaba como adormilado
en ese cajón de donde ahora salen estas fotografías para ponerse ante nosotros,
como un espejo.
Creo
que la exposición va a estar hasta noviembre en la facultad de Periodismo.
Nadie debería faltar a verla. Aunque cueste un poco de esfuerzo ir hasta allí.
Merece la pena, en serio.
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