Parece
mentira, pero es cierto: la iglesia de la Virgen de la Luz, patrona de Cuenca, ha
cumplido 200 años como edificio de titularidad municipal, y nadie, ni el propio
Ayuntamiento, su alcalde o alguna de las concejalías más directamente
implicadas (Cultura, Turismo) ha movido un dedo para celebrarlo. Algo que en
cualquier otro lugar hubiera dado motivo a conferencias, coloquios,
exposiciones, conciertos, fuegos artificiales o cosas similares, aquí, en
Cuenca, pasa en absoluto silencio, totalmente desapercibido.
Ser
iglesia municipal es un caso verdaderamente insólito en el conjunto de iglesias
españolas. Pocas, muy pocas, por no decir quizá ninguna, son propiedad del
Ayuntamiento y no de la diócesis correspondiente. Esta lo es, desde el 9 de
marzo de 1817, fecha en que el rey Fernando VII firmó el documento de cesión,
respondiendo así, favorablemente, a la petición que le había presentado la ciudad
meses atrás.
La iglesia de San Antón Abad, llamada
también ermita o santuario de Nuestra Señora de la Luz , nombres que coexisten al
unísono en la actualidad y que han hecho olvidar el ya antiguo de Nuestra
Señora del Puente es, en su estructura actual, obra relativamente moderna. Pero
es también, sin discusión posible, uno de los más bellos edificios que existen
en Cuenca además de ser un notabilísimo ejemplo del estilo rococó religioso,
una auténtica obra maestra del barroco tardío del siglo XVIII, en el que queda
de manifiesto la mano, ciertamente genial, de José Martín de Aldehuela.
Si
alguien tiene curiosidad por saber algo más puede leer el reportaje que publiqué
en La Tribuna de Cuenca el pasado fin de semana.
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