Esta semana,
hasta el 2 de mayo, todavía puede visitarse la exposición colectiva titulada “Turbas,
arte y tradición”, organizada por la hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno
del Salvador, en la que, como es sabido de sobra, se integra la famosísima
turbamulta que la precede haciendo resonar, sin parar un momento, tambores y
clarines.
Siempre se
ha caracterizado esa cofradía por buscar un complemento literario y artístico a
su propia existencia. Fue de las primeras (no me atrevo a decir que la primera
de todas) que puso en la calle una publicación periódica anual, Cuadernos de Semana Santa, con la
intención de fomentar los estudios sobre esta peculiar actividad conquense, tan
arraigada. También ha buscado siempre la dimensión artística de la celebración,
estableciendo relaciones muy íntimas con destacados creadores vinculados a
Cuenca e incluso patrocinó una obra musical, titulada también Turbas, original de Cristóbal Halffter.
De manera
que no es un hecho sorprendente que haya promovido esta exposición colectiva,
en la que participa medio centenar de artistas, algunos con obras que ya tenían
de antes, otros con cuadros trabajados ex profeso para la ocasión y que vienen
a ofrecer un curiosísimo muestrario de cómo ve cada cual esta singular
manifestación, no se si decir religiosa o simplemente lúdica, que en la
madrugada de cada viernes santo se escenifica espectacularmente por las calles
de Cuenca.
Es muy
interesante, además de aleccionador, contemplar esta serie en las paredes de la
sala de exposiciones temporales del Museo de Cuenca, en la calle Princesa
Zaida, sobre todo ahora en que, pasado el habitual ímpetu inicial (todo el
mundo se aglomera en estas citas el día de la inauguración, como si fuera a
evaporarse después de los discursos) ahora es posible pasea por ella con
tranquilidad, saboreando lo que cada cual ha percibido de las turbas, unos
recogiéndolas en bloque, buscando el apretamiento de la masa, otros captando
detalles sueltos, minimalistas incluso y, por supuesto, con mezcla y
convivencia de todos los estilos imaginables, que eso tienen las colectivas, en
que cada cual aporta lo que tiene.
Como en
este comentario no quiero seleccionar ningún artista en concreto (aunque, como
es natural, tengo mis preferencias, faltaría más) recurro a una imagen general
de la sala que puede dar, imagino, una imagen cabal de lo que allí hay.
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