En Ciudad Real y Talavera
de la Reina están haciendo palmas con las orejas porque, dicen, la Semana de
Música Religiosa sale por primera vez en su historia de la capital conquense
para llegar también a esas ciudades de nuestra Comunidad Autónoma. En la
afirmación se esconde un doble equívoco.
Primero, no es cierto que la SMR salga de Cuenca por primera vez, porque ya en
años anteriores hubo conciertos en otras localidades de la provincia de Cuenca.
Y segundo, porque lo que sale de Cuenca no es la SMR sino la Orquesta y Coro de
la Academia de la Semana de Música Religiosa, cosa bien diferente, aunque a
vuela pluma y de prisa parezca que es lo mismo. A alguien (lo se de buena
tinta) le interesa difundir la idea de la que la Semana ya no es una exclusiva
de Cuenca sino de toda la región. Convendría dejarlo claro y las cosas en su
sitio. La Semana de Música Religiosa de Cuenca se celebra en Cuenca y no en
otros sitios.
Aparte estos matices, que
no son baladíes, es un hecho digno de ser destacado que exista la Academia de
la SMR, cuyo debut en el Teatro-Auditorio, el pasado martes santo, fue
realmente un acontecimiento merecedor de todos los elogios posibles teniendo en
cuenta diversos factores: el corto tiempo que ha habido para su formación y
ensayos, la notable juventud de casi todos sus miembros, la enorme dificultad de
la obra elegida. El resultado, ya lo digo, fue altamente satisfactorio.
Se trata de una ingeniosa
aportación del nuevo director del festival, Cristóbal Soler, quien explicó en
su momento algo que se ha dicho en repetidas ocasiones, sin llevarlo a cabo: “El panorama musical español exige que tomemos conciencia
de la necesidad que los jóvenes músicos nacionales tengan un locus intermedio
entre la finalización de su formación y el acceso al mundo laboral. Hoy día, la
necesidad de experiencia previa y la falta de dicho locus dificulta su entrada
en las grandes formaciones musicales. Pensamos que la instauración de
una Academia asociada a la Semana de Música Religiosa puede ser un gran
ejemplo y una gran oportunidad en este sentido”.
Esto, como he dicho antes,
se ha intentado en bastantes ocasiones, pero recurriendo siempre a obras de
repertorio (ya sabe: Beethoven, Mozart, Vivaldi y parecidos), asequibles
siempre tanto para los jóvenes músicos como para el público.
En
este caso, la diferencia es que la obra elegida viene a ser todo lo contrario.
Lazarus. Oder: die Feier
der Auferstehung,
es un drama religioso inacabado, de Franz Schubert, quien lo previó con tres
actos o partes y solo llegó a componer algo menos de uno y medio. Quizá por ese
concepto de ser obra incompleta o por su intrínseca dificultad, ha sido
interpretado muy pocas veces y de hecho en Cuenca era una auténtica novedad. Lo
han cantado seis jóvenes y sin embargo ya magníficos solistas: Marga Rodríguez,
Mónica Campaña, Inés Ballesteros, José Luis Solá, José Manuel Guinot y Carlos
Daza, todos, como se ve por los nombres, españoles, lo cual también es una
novedad a destacar, porque no siendo yo nacionalista en cosas de arte y cultura
sí cansa un poco esa especie de papanatismo que los programadores de élite
muestran hacia cantantes extranjeros de nombres impronunciables cuya presencia
y sobre todo sus voces, en bastantes ocasiones dejan mucho que desear. Y
experiencias varias hemos tenido, incluida la Semana de Música Religiosa. Junto
con los solistas, el coro, magnífico, perfectamente coordinado y no menos
valioso el trabajo de la ejemplar orquesta, dirigida de manera nada estridente
por José Sanchis. En resumen y sin querer competir con los críticos
especializados, que de esto saben mucho, considero que la presentación de la
Orquesta y Coro de la Academia de la SMR ha sido un gran acontecimiento que,
para serlo del todo, debería estar marcado por la continuidad y permanencia y
que, como también es habitual en el sistema informativo conquense, no ha sido
resaltada como hubiera sido lógico y deseable..
Es
esta agrupación orquestal y coral la que ha salido de Cuenca para hacer una
pequeña gira por la región, visitando dos de las más importantes localidades de
Castilla-La Mancha. Dos conciertos patrocinados por la Junta de Comunidades que
ha cometido el error garrafal de ofrecerlos a estos públicos con entrada
gratis. Esa es una forma de actuar siempre criticable, allí, aquí y en
cualquier sitio. Responde al demagogo y erróneo concepto de que la cultura debe
ser gratuita. Y, además, en este caso supone un agravio comparativo: ¿por qué
es gratis en Ciudad Real el viernes y en Talavera el sábado cuando en Cuenca
los precios eran de 30 y 25 euros?. Y, naturalmente, no estoy defendiendo la
idea de que en Cuenca el concierto también debería haber sido gratuito, sino la
contraria: todo el mundo debe pasar por taquilla.
Como
es comprensible, de esto no tiene la culpa la Academia de la SMR sino esa
inmoderada tendencia que algunos organismos públicos tienen hacia prácticas de
populismo ramplón, pesando que eso se puede traducir en votos. Naturalmente,
cuando llega la hora de votar, el personal piensa en otras cosas,
no
en que un día, años atrás, fue a un concierto gratuito.
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