viernes, 21 de abril de 2017

MINISTRO MENTIROSILLO


            Después de muchos años sin contar entre nosotros con tal figura, ahora ya tenemos en Cuenca ministro, alguien que se sienta en la mesa del Consejo donde se toman las grandes decisiones para administrar el país. Nos podía haber tocado un ministro de Fomento, o de Industria, o de Sanidad, alguien del que se pudieran esperar medidas e inversiones a favor de esta depauperada provincia. Pues no, nos toca el de Justicia y como estos son tiempos convulsos, haría falta una mente preclara y una voluntad de hierro para manejarse entre aguas tan turbulentas.
            En realidad, con la Constitución en la mano, la cosa debería ser fácil: división de poderes si cada uno fuera capaz de dedicarse a lo suyo y no interferir en las competencias de los demás. Pero al ministro de Justicia, Rafael Catalá, le pierde la verborrea incontenible, un afán inmoderado por explicar a cada momento qué está haciendo la Justicia, ofreciendo interpretaciones tan peregrinas que forman ya un buen catálogo de dislates.
            Eso sí: cada vez que habla, el ministro proclama que la administración de Justicia es autónoma y toma sus propias decisiones. Entonces al ministro se le pone la misma cara de mentirosillo que cuando de niños intentábamos engañar a nuestra madre o al maestro, ofreciendo justificaciones que se habían caído por su propio peso antes incluso de empezar a hablar.
            Como al señor Catalá se le van encadenando los escándalos unos tras otro, ayudado además por la torpeza de los responsables de la fiscalía, a los que con toda evidencia está manipulando, según cuentan un día sí y otro también los medios nacionales que siguen estos casos, no resulta disparatado imaginar que en cualquier momento alguien le va a organizar un escándalo parlamentario. Solo falta que Ciudadanos, el grupo que apoya al gobierno, se canse de tantos manejos incongruentes para pedir la cabeza del ministro Catalá. Que podría ahorrarse el disgusto si hiciera lo que debe hacer: callarse y dejar que la administración de Justicia actúe por su cuenta, de forma libre y autónoma.
            Por lo pronto, ya han pedido su inmediata comparecencia ante el Congreso, con la advertencia de que si sus explicaciones no son satisfactorias, pedirán su reprobación. O el diputado por Cuenca se endereza y aprende a estarse quieto o le espera un porvenir algo tormentoso.


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