El otro día
(el domingo) en la última página de El
País, Elvira Lindo entrevistaba a Pedro Almodóvar; a pesar de que esas
conversaciones esquemáticas que ahora se acostumbran a dar en los periódicos
suelen carecer de chispa y más aún de contenido, esta tenía un punto de interés,
repartido a medias entre la inteligencia de la entrevistadora y la habilidad
del entrevistado para decir algo que pudiera merecer la pena y no las
habituales tonterías que se suelen deslizar en esas conversaciones de papel. Que
es, justo, lo que le pasó a Fernando Trueba, por bocazas.
Dice Almodóvar
que “España era mucho más tolerante en los ochenta”. Lo suscribo. Yo trabajaba
en un periódico, en una emisora y en una agencia de información, y así eran las
cosas. Está feo, está mal visto (los de Podemos no lo permiten en manera
alguna) decir algo positivo de aquellos denostados años, pero las cosas eran así,
le pesen a quien le pesen. El país que salía de la dictadura y vivía la
transición era mucho más tolerante que el de ahora, sujeto a toda clase de
manejos inquisitoriales que suelen conducir a la misma conclusión: prohibir. Hay
que prohibir tal o cual cosa, la que disgusta a los severos inquisidores que
vigilan costumbres, actitudes y, lo que es más sorprendente, opiniones.
Veamos, si
no, con qué velocidad y entusiasmo corren por eso que llaman las redes sociales
los vituperios contra Fernando Trueba por haber dicho una sandez sobre España,
los españoles y el nacionalismo. El problema de las entrevistas que ahora se
publican es que son (ya lo dije antes) esquemáticas y se reducen a un titular
llamativo, extraído de la conversación, venga o no a cuento. Se trata de buscar
una frase rompedora, impactante y como los entrevistados se ven necesitados de
ser ingeniosos y ocurrentes, siempre se les escapa una majadería que viene bien
al entrevistador para con ella hacer el titular. Así le luce el pelo al pobre
Trueba al que no hacía falta boicotear su película La reina de España. Bastaba con dejarla correr, verla y salir
espantado de la sala, mediante la aplicación de un dicho bien conocido y que
también es aplicable a Trueba y a su película, desde luego, pero también a
otros muchos: contra Franco se rodaba mejor, se hacían mejores películas, había
más chispa y más de todo. A La reina de
España no hace falta boicotearla: se hunde ella sola, por sus propias
carencias. A pesar de Penélope Cruz, que sí se lo tomó en serio. El conjunto,
una pena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario