viernes, 6 de febrero de 2015

EL PRECIO DE LA CULTURA


            La Fundación CCM empieza el año con importantes novedades: cobrar por el uso de sus instalaciones. Las explicaciones son las de siempre: la rentabilidad de los espacios, no perder dinero, buscar la forma de subsistir, esos criterios que el miserable tiempo en que vivimos ha impuesto sobre todo lo que nos rodea, sea la Educación, la Sanidad, la Asistencia Social o la Cultura, sobre todo la desdichada y siempre maltratada Cultura. En este ambiente dolorido, cobrar por dar una conferencia en el salón del parque de San Julián o por montar una exposición en la sala del antiguo Hotel Iberia, parece cosa normal a los responsables de la antigua benemérita institución.
            Pero vayamos más allá de estos hechos concretos. La Fundación CCM nace cuando Caja Castilla-La Mancha (antiguamente Caja Provincial de Ahorros de Cuenca y Ciudad Real) es adquirida por Liberbank, con el compromiso, legal y estatutario, de que una parte considerable de los beneficios anuales iría destinada a la realización de la obra social y cultural encomendada a la Fundación. Es decir, como había sido siempre. Pero ese bonito principio parece haberse olvidado y, lo que es peor, no hay nadie, con fuerza legal, que lo quiera recordar para que se cumpla.
            Porque CCM y Liberbank y todos los bancos que hay en el mundo, incluidos los rescatados con fondos públicos, ganan dinero, tienen beneficios. Estos días iniciales del año, uno tras otro nos va calentando las orejas ofreciéndonos sus balances y las cuantiosas ganancias acumuladas. La pregunta es obvia: ¿dónde están, a dónde van a parar los beneficios de Liberbank y CCM y la parte alícuota que deberían destinar a financiar la Fundación? Porque la Caja estaba, ha estado presente, siempre, durante años, en multitud de iniciativas, desde poner bancos en los pueblos hasta financiar y patrocinar concursos, exposiciones, conciertos, competiciones deportivas y todo lo que se cruzaba por su camino. Desde luego, la Caja no cobraba por su colaboración. Esa es una novedad que nos traen estos tiempos revueltos y olvidadizos. Aunque quizá lo peor no es la forma abusiva en que Liberbank-CCM están llevando a la muerte a la Fundación CCM sino el desinterés de nuestras queridas autoridades, tan despreocupadas ellas. Porque la Caja nació desde y al amparo de la Diputación, creció con los dineros de los conquenses y así llegó, boyante, a las manos de la Junta de Comunidades que la controló como quiso hasta llevarla a la quiebra. Que ahora sea una entidad totalmente privada, sin participación institucional, no justifica que los entes públicos se desentiendan totalmente de ella, como si aquí no hubiera pasado nada.
            Por lo menos, habría que recordar sus obligaciones a la Fundación CCM. Que no todo es poner la mano para cobrar.



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