La
Fundación CCM empieza el año con importantes novedades: cobrar por el uso de
sus instalaciones. Las explicaciones son las de siempre: la rentabilidad de los
espacios, no perder dinero, buscar la forma de subsistir, esos criterios que el
miserable tiempo en que vivimos ha impuesto sobre todo lo que nos rodea, sea la
Educación, la Sanidad, la Asistencia Social o la Cultura, sobre todo la desdichada
y siempre maltratada Cultura. En este ambiente dolorido, cobrar por dar una
conferencia en el salón del parque de San Julián o por montar una exposición en
la sala del antiguo Hotel Iberia, parece cosa normal a los responsables de la
antigua benemérita institución.
Pero
vayamos más allá de estos hechos concretos. La Fundación CCM nace cuando Caja
Castilla-La Mancha (antiguamente Caja Provincial de Ahorros de Cuenca y Ciudad
Real) es adquirida por Liberbank, con el compromiso, legal y estatutario, de
que una parte considerable de los beneficios anuales iría destinada a la
realización de la obra social y cultural encomendada a la Fundación. Es decir,
como había sido siempre. Pero ese bonito principio parece haberse olvidado y,
lo que es peor, no hay nadie, con fuerza legal, que lo quiera recordar para que
se cumpla.
Porque CCM
y Liberbank y todos los bancos que hay en el mundo, incluidos los rescatados
con fondos públicos, ganan dinero, tienen beneficios. Estos días iniciales del
año, uno tras otro nos va calentando las orejas ofreciéndonos sus balances y
las cuantiosas ganancias acumuladas. La pregunta es obvia: ¿dónde están, a dónde
van a parar los beneficios de Liberbank y CCM y la parte alícuota que deberían
destinar a financiar la Fundación? Porque la Caja estaba, ha estado presente,
siempre, durante años, en multitud de iniciativas, desde poner bancos en los
pueblos hasta financiar y patrocinar concursos, exposiciones, conciertos,
competiciones deportivas y todo lo que se cruzaba por su camino. Desde luego,
la Caja no cobraba por su colaboración. Esa es una novedad que nos traen estos
tiempos revueltos y olvidadizos. Aunque quizá lo peor no es la forma abusiva en
que Liberbank-CCM están llevando a la muerte a la Fundación CCM sino el
desinterés de nuestras queridas autoridades, tan despreocupadas ellas. Porque
la Caja nació desde y al amparo de la Diputación, creció con los dineros de los
conquenses y así llegó, boyante, a las manos de la Junta de Comunidades que la
controló como quiso hasta llevarla a la quiebra. Que ahora sea una entidad
totalmente privada, sin participación institucional, no justifica que los entes
públicos se desentiendan totalmente de ella, como si aquí no hubiera pasado
nada.
Por lo
menos, habría que recordar sus obligaciones a la Fundación CCM. Que no todo es
poner la mano para cobrar.
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