Hasta el 28
de febrero puede verse en el Centro Cultural Aguirre la nueva muestra de
Antonio Mancheño, El Manchas, una singular combinación de comic y pop art con
reminiscencias de la cultura warholiana de los años 70. Jumping Jack & The Fridges ha titulado el artista esta
colección de pinturas de gran formato, una explosión de color que inunda las
habitualmente austeras salas del centro. Jumping Jack, explica el artista, es
un hombre con una caja en la cabeza (en realidad, añade, el jardinero de Keith
Richards), mientras que el segundo componente del título alude a la colección
de neveras copiadas en las cocinas de sus amigos, que forma la otra parte de la
colección.
No hay que
ser muy listo ni estrujarse demasiado el cerebro y los conocimientos que uno
tiene de pintura para descubrir que Antonio Mancheño (nacido en Cuenca casi a
la vez que el Museo de Arte Abstracto) es un artista singular entre nosotros,
porque su forma de concebir el arte rompe los moldes tan trillados entre
nosotros, donde impera, quizá en exceso, la influencia de las tendencias
creativas que han ido formándose alrededor del museo. El Manchas no es nada
abstracto, sino todo lo contrario, pero su trabajo, tan puntilloso como
perfeccionista está cargado de simbolismos, de sugerencias, no exentas de ironías
e interpretaciones abiertas que nos invitan a buscar más allá de la superficie
trazada lo que hay en un fondo crítico, satírico, como si fueran todas las
paredes una sucesión de viñetas de un gigantesco cómic que puede seguirse de
corrido. Hay algo extraño en estos cuadros, algo inquietante, que parece
insinuar la presencia inmanente de un mundo agobiado por esas cajas que cubren
las cabezas de los personajes, como queriéndonos decir que todos, los
espectadores también, estamos inmersos en un universo cuadriculado que no nos
deja pensar libremente. Y eso que libertad, justamente libertad, había a manos
llenas en la obra del gran Warhol y también en la de El Manchas, que nos llega
de la mano de Carlos Codes, eficaz en su voluntad de ofrecernos encuentros
visuales con los artistas que, pese a todos los pesares, siguen trabajando en
Cuenca.
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