En la muerte de Mario Muelas, nacido
en Cuenca en 1943, no se qué me sorprende más, si el hecho en sí mismo,
inesperado (aún me felicitó en navidades) o el silencio abrumador con que la
noticia ha pasado desaperciba en su ciudad natal, sobre la que planea siempre,
como una sombra esotérica, la figura y el recuerdo de su padre, el poeta
Federico Muelas. El hijo, el único varón entre mujeres, aunque tuvo algunos
deslices literarios, prefirió seguir el camino de la técnica y abordó la
arquitectura, espacio en el que desempeñó un notable papel, a caballo entre su
concepción moderna del urbanismo aplicado a agrupaciones colectivas (se cita
como un caso ejemplar la urbanización del barrio de Palomeras, en Madrid, donde
se pudo realojar a doce mil familias) con unos conceptos sociales que venían a
superar los del franquismo. Y al otro lado, su interés, su afición, por la
recuperación de ámbitos de valor histórico. En este segundo aspecto, la ciudad
de Toledo conoció la dedicación y el valor de su trabajo, aplicado en edificios
emblemáticos, como San Pedro Mártir, que rehabilitó para convertirlo en recinto
universitario, destacada intervención por la que recibió el premio de la Real
Fundación de Toledo en 1989 a
la que siguieron las rehabilitaciones del Palacio de Padilla, para
Facultad de Humanidades; la antigua Casa de la Moneda, para acoger al Consejo
Consultivo de Castilla-La Mancha; y el Palacio de Fuensalida, sede de la
Presidencia regional, obra premiada nuevamente por la Real Fundación toledana.
También formó parte de los equipos que han transformado la antigua Fábrica de
Armas en Campus Universitario Tecnológico. ¿Y Cuenca, diremos? Pues aquí, en su
ciudad, a la que venía con frecuencia, sobre todo si había algún acto
recordatorio de su padre, Mario Muelas proyectó el ascensor que comunica
Zapaterías con la plaza de Mangana y que nunca ha entrado en servicio. Para
recordar la figura de quien acaba de morir traigo aquí esta imagen, de cuando
inauguramos la exposición conmemorativa del centenario del nacimiento de
Federico Muelas, que preparó el archivero municipal, Miguel Jiménez Monteserín.
Mario Muelas está en el centro, contemplando algunos documentos y al otro lado
estoy yo, que organicé aquella conmemoración.
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